Acuerdo UE-Mercosur: combustible de la devastación de la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal

Por Maureen Santos

Vivimos tiempos terribles en Brasil, donde la devastación socioambiental se une a los retrocesos antidemocráticos, erosionando los logros y derechos adquiridos durante muchas décadas. Como si este escenario de destrucción del país no fuera suficiente, el Estado brasileño está negociando tratados internacionales que pueden alimentar aún más esta devastación, con consecuencias muy graves para las diversas regiones ecológicas brasileñas, especialmente la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal.

Uno de los principales tratados que pueden contribuir a este empeoramiento es el Acuerdo de Asociación entre la Unión Europea y Mercosur. Desde hace más de veinte años, los bloques económicos negocian un acuerdo basado en tres pilares: libre comercio, cooperación y diálogo político. Las negociaciones concluyeron en junio de 2019, pero algunos obstáculos recientes han retrasado el proceso de firma y ratificación. Entre ellos se destacan, por parte del Mercosur, tensiones como el distanciamiento político entre Brasil y Argentina, y la determinación de Uruguay de negociar otros acuerdos de forma unilateral[1]. Por parte de Europa, existen presiones internas de sectores, como los pequeños y medianos agricultores, que se verán afectados negativamente por el acuerdo, así como de parlamentarios y organizaciones de la sociedad civil que critican la ausencia de una cláusula medioambiental o de medidas más estrictas[2] en la materia, impulsadas por el aumento exponencial de la deforestación de la Amazonía brasileña.

De los tres pilares, el acuerdo de libre comercio es el que tiene mayor impacto en la cuestión socioambiental, ya que regula mucho más que el comercio de mercancías. Cuestiones como los servicios, la contratación pública, la propiedad intelectual, el clima y el medio ambiente entran en el ámbito del “libre comercio”. Su texto consta de diecisiete capítulos y prevé la desgravación de los aranceles comerciales, la ampliación de los contingentes de importación y exportación y la eliminación de las barreras no arancelarias[3], en un plazo de hasta 15 años, sobre los principales productos agrícolas y minerales exportados por Mercosur (maíz, carne, azúcar, etanol, mineral de hierro, arroz, café, etc.) y sobre los productos industrializados procedentes de la Unión Europea (automóviles, maquinaria y equipos, productos farmacéuticos y agrícolas).

El Acuerdo es extremadamente asimétrico. Se basa en el intercambio de productos de alto valor de la UE por commodities agrícolas de los países del Mercosur, que tiene un Producto Interno Bruto (PIB) siete veces menor que el del bloque europeo. El bloque sudamericano es también muy frágil en cuanto a la legislación sanitaria y fitosanitaria, y en cuanto a la presión económica de las empresas transnacionales del complejo agroindustrial mundial, muchas de las cuales tienen su sede en los países de la UE. Así, aunque el Mercosur gane económicamente con la apertura del mercado europeo, ya que gran parte del PIB de los países del bloque está relacionado con la exportación de productos básicos, precisamente por las asimetrías existentes, esta ganancia será mucho menor que los 4.000 millones de euros en aranceles que se ahorrarían los exportadores de la UE[4].

Notas

Durante la reunión del Consejo del Mercado Común en julio de 2021, Uruguay anunció que comenzará a negociar acuerdos comerciales fuera del bloque. Esta medida, por regla general, necesitaría la aprobación de los demás miembros del bloque. No es la primera vez que el país plantea esta cuestión. En 2016, planteó el interés de negociar bilateralmente con China, siendo vetado por Brasil. El actual comunicado uruguayo sube la apuesta y señala que el país va en esa dirección independientemente de un consenso sobre el tema en el bloque. Ver (en Portugués).

Hay varios debates en curso sobre cómo podría ocurrir esto, desde una renegociación del acuerdo, la adopción de un anexo o incluso la división del acuerdo para aprobar sólo su parte comercial. El Parlamento Europeo dio una muestra de su descontento sobre la cuestión medioambiental brasileña al incluir una enmienda a su informe general de comercio de octubre de 2020 con la frase “El Acuerdo UE-Mercosur no puede ser ratificado en su estado actual”. Ver (en Portugués).

En el acuerdo, la eliminación de las barreras no arancelarias aparece en los capítulos: Medidas Sanitarias y Fitosanitarias (MSF) y Obstáculos Técnicos al Comercio. Se prevé agilizar los procedimientos reduciendo los plazos o estableciendo plazos fijos, acabar con la inspección individual de los productos agrícolas y normalizar los procedimientos, entre otras medidas.

El acuerdo favorecerá el sector de los agronegocios y ampliará la destrucción

Brasil es el mayor socio comercial de la Unión Europea y el segundo proveedor mundial de productos agrícolas al bloque. Por lo tanto, si hay un sector que se beneficiará directamente de la ratificación de este tratado, es el del agronegocio brasileño. El siguiente gráfico muestra la magnitud del impacto de las eliminaciones arancelarias y cuotas[5] previstos para los productos  agrícolas exportados por los países del Mercosur, una vez que entre en vigor.

Las cuotas de importación y exportación son un límite de cantidad, expresado en volumen, definido por cada país en el comercio internacional. En el caso del acuerdo UE-Mercosur, este límite se amplía entre los bloques. La infografía muestra el aumento del volumen de diversos tipos de productos del Mercosur que pueden exportarse a los países de la Unión Europea.

Notas
Las cuotas de importación y exportación son un límite de cantidad, expresado en volumen, definido por cada país en el comercio internacional. En el caso del acuerdo UE-Mercosur, este límite se amplía entre los bloques. La infografía muestra el aumento del volumen de diversos tipos de productos del Mercosur que pueden exportarse a los países de la Unión Europea.

En Brasil, los productos agrícolas mencionados en la primera infografía son producidos en su mayoría por medianas y grandes propiedades rurales, y por ello acaban trayendo consigo un paquete de graves impactos socioambientales. Estos impactos se describen así en un estudio publicado en el Boletín Lieri[6]:

“(a) la intensificación de los conflictos agrarios, en especial, la presión sobre las tierras de los pueblos indígenas y de los pueblos y comunidades tradicionales, como las comunidades quilombolas [comunidades campesinas descendientes de personas africanas esclavizadas], las comunidades de mujeres que rompen cocos babaçu y otros extractivistas amazónicos;

(b) disputa por el agua, debido a la demanda de riego de los cultivos de cereales y la ganadería;

(c)deforestación y disminución de la biodiversidad.”

Las principales commodities agrícolas brasileñas están cubiertas por el Acuerdo, en un escenario en el que gran parte de los conflictos territoriales contra los pueblos y comunidades tradicionales están relacionados con el complejo agroindustrial, uno de los principales responsables del aumento de la deforestación y de las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, ¿hasta qué punto el Acuerdo Unión Europea – Mercosur no será combustible para la devastación de las regiones de la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal?

La deforestación[7] y los incendios forestales tuvieron un aumento sin precedentes en los últimos años, y su enfrentamiento no cuenta con el apoyo del poder público federal, al contrario: las leyes y políticas de comando y control están siendo sistemáticamente destruidas por el Congreso Nacional y el gobierno de Jair Bolsonaro[8]. Estas regiones tienen una importancia fundamental para los pueblos indígenas y tradicionales, los agricultores familiares y los campesinos que viven allí y para el equilibrio hidrológico brasileño, contribuyendo también al clima y a la producción de alimentos. La Amazonía, el Cerrado y el Pantanal están profundamente integrados, ya que llevan áreas de transición entre ellos y comparten las principales cuencas hidrográficas brasileñas, siendo dueños de una socio-biodiversidad gigantesca[9].

Ejemplarmente, el “Día del Fuego” en la Amazonía en 2019 y el “Día del fuego” en el Pantanal en 2020[10] siguieron lógicas similares, ya que fueron promovidos por prácticas criminales para la expansión del acaparamiento de tierras, con miras a la expansión de la producción de ganado, soja y otras commodities agrícolas y mineras. Estas fechas emblemáticas se alinean con las iniciativas del gobierno federal y su “arsenal de muerte”[11] con la aprobación, en los últimos dos años y medio, de una serie de ataques al marco jurídico socioambiental y de la regularización de la tierra en Brasil y a los derechos fundamentales, unidos a un discurso que fomenta la ilegalidad.

En el Cerrado, un estudio reciente apunta a profundos cambios, con la conversión de bosques y pastos en zonas de plantación a un ritmo de 5.000 km² al año, lo que hace que la sabana sea cada vez más caliente y seca. Otro factor que contribuye a este fenómeno son los incendios. Los datos del INPE indican que se producen más de 68 mil incendios al año, el 80% de ellos entre julio y octubre[12].

Notas

Libre traducción. Artículo original: Porto, Silvio; Maluf, Renato; Cintrão, Rosângela (2019). “Acordo de Associação entre o MERCOSUL e a União Europeia: alguns pontos críticos no âmbito agroalimentar”. Boletim LIERI, n.3, ago/19.

Paula, Franciléia; Tura, Letícia; Miliotti, Rosilene (2020). “Das nossas florestas só restarão as cinzas?”

El acuerdo no tiene ningún compromiso socioambiental y afecta directamente a los pueblos y comunidades tradicionales

Los impactos enumerados anteriormente no son elementos de preocupación en el acuerdo. Aunque el texto del acuerdo comercial incluye el capítulo sobre Comercio y Desarrollo Sostenible, el texto en sí es muy amplio, no es vinculante y no prevé la solución de diferencias. Esto significa que no hay ninguna cláusula medioambiental en el acuerdo que obligue a los países firmantes a cumplirlo.

Curiosamente, el capítulo sobre “desarrollo sostenible” trata del cumplimiento de la aplicación del Acuerdo de París, pero, al mismo tiempo, la liberalización del comercio promoverá un gran aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, contribuyendo a la crisis climática. Los impactos van incluso en contra de los esfuerzos y compromisos adquiridos por los países en el Acuerdo de París a través de sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDC). En un estudio publicado en 2019 por Grain, se estima que, con el Acuerdo aplicado, se generarán casi 9 millones de toneladas adicionales de gases de efecto invernadero al año[13].

Otro sector que se verá muy beneficiado por el acuerdo es la minería. El mineral de hierro y el caolín responden directamente a la demanda de la industria extractiva brasileña, y tendrán aranceles reducidos a cero: 80% de los aranceles en cuanto se firme el acuerdo, y el resto entre 4 y 10 años. El agronegocio y la minería son los dos sectores que más promueven la destrucción del medio ambiente en Brasil, con profundos impactos en los derechos humanos territoriales de los pueblos indígenas y las comunidades tradicionales presentes en las regiones donde se instalan[14].

El Acuerdo UE-Mercosur no tiene salvaguardias para estos impactos y revela una interpretación sesgada del derecho a la Consulta Libre, Previa e Informada, previsto en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En el octavo artículo del capítulo sobre comercio y “desarrollo sostenible”, aunque no se cita directamente este convenio, se afirma el “compromiso de las Partes de promover la participación de las comunidades locales y los pueblos indígenas en las cadenas de suministro de productos forestales. Las personas afectadas deben dar su consentimiento informado previo a dicha participación”[15]. Esto, en realidad, es un incentivo para agregar estos pueblos, sus tierras y territorios al dominio de la agroindustria, como proveedores de productos para la cadena de valor agroindustrial. De este modo, el derecho a resistir y opinar de forma libre e informada sobre las empresas que puedan estar interesadas en instalarse en sus territorios, así como a definir sus propias prioridades de desarrollo puede verse afectado por el Acuerdo.

Es evidente, por tanto, que el Acuerdo UE-Mercosur presionará la demanda de producción de commodities y profundizará el actual modelo agroindustrial, basado en el uso de transgénicos y pesticidas, en el monocultivo y la concentración de la tierra, y enfocado al mercado externo, en detrimento de la producción familiar y campesina y sus sistemas alimentarios diversificados[16].

Maureen Santos es la coordinadora del Grupo de Asesoría Nacional de FASE y miembro del Frente Brasileño contra los acuerdos UE-Mercosur y AELC-Mercosur.