Armas en la disputa por el control territorial: los usos capitalistas del fuego contra los pueblos del campo

Por Gustavo Serafim

Desde el día 19 de agosto de 2019, el uso del fuego como arma emerge en los conflictos en el campo en Brasil. En esa ocasión, terratenientes conspiraron para incendiar y atacar comunidades enteras en el sudeste del estado de Pará y sus áreas de bosque, en lo que fue conocido como “Día del Fuego”. El caso del Proyecto de Desarrollo Sustentable (PDS) Terra Nossa, en la misma región, evidencia que esa práctica es sistemática[1]. Esta ofensiva del capital se destaca y se repite: después de un año, en 2020, el fuego que arrasó la región del Pantanal también tuvo origen de forma conjunta en haciendas de ganado[2]; tres años después, en agosto de 2022, fueron descubiertos preparativos para un nuevo “Día del Fuego” en el estado de Mato Grosso[3].

Para mostrar esa realidad que ya existía antes, pero que vuelve a repetirse y se intensifica com el Gobierno de Bolsonaro, las reflexiones de la Articulación Agro É Fogo provocaron el Centro de Documentación Dom Tomás Balduíno de la Comissão Pastoral da Terra (CEDOC/CPT), que a partir del año 2021 comenzó a registrar los incendios como una más de las 18 violencias contra la ocupación y posesión[4] de las tierras. Esos datos se diferencian de otros tipos de datos sobre incendios, como los del Instituto Nacional de Pesquisas Espaciais (INPE, Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales), que utilizan imágenes aéreas para contabilizar la cantidad de focos de calor. Aquí, se entiende por incendios los casos de conflictos en el campo envolviendo el uso del fuego por los capitalistas y sus aliados[5] contra las comunidades tradicionales, indígenas, quilombolas[6], campesinas (os) y trabajadoras (es) del campo como un todo. Son formas distintas de analizar la misma destrucción: los incendios provocados intencionalmente.

Un solo foco de calor puede representar cosas muy diversas que la vista desde arriba, desde una imágen de satélite, no es capaz de identificar. ¿Es ese foco un manejo tradicional del fuego utilizado por las comunidades[7]? ¿O fue un grileiro (la persona responsable por el acaparamiento de tierras) que incendió una parte de la comunidad? En el suelo de los territorios, un solo foco de calor puede ser tan grave como un gran número de focos de calor, porque representan cosas diferentes: este solo foco de calor puede ser el resultado de una casa incendiada por un garimpeiro (persona que se dedica a la minería ilegal) en un ataque en el que intentaron matar a una trabajadora; o bien, la quema controlada o el manejo tradicional del fuego por las comunidades pueden significar una gran cantidad de focos de calor.

La respuesta a esta dificultad está en escuchar y registrar los testimonios directamente de los pueblos y comunidades, es decir, de las fuentes primarias. Sin el informe de los sujetos involucrados sobre lo sucedido, no podemos dar cuenta de estas violencias[8].

Los conflictos que involucran fuego son mapeados junto con el conjunto de otros conflictos lanzados y analizados anualmente en el Cuaderno de Conflictos en el Campo – Brasil, por la Comissão Pastoral da Terra. Este registro se realiza tanto a través de recortes regulares (en redes sociales, sitios de noticias y de movimientos sociales), como a través de informes primarios de agentes de base de la CPT. El foco de este abordaje está en las voces de las comunidades, cuyos testimonios nos permiten entender el contexto del hecho, quiénes provocaron el conflicto en ese momento, cuándo se inició el fuego, qué ha destruido, qué cicatrices ha dejado. La frialdad del satélite difícilmente capta tales matices.

Los focos de incendios pueden disminuir, pero el número de conflictos que involucran incendios puede crecer e incluso ser el más alto en el mismo período. Como veremos, esta era la situación de Mato Grosso en 2021, cuando el número de focos estaba disminuyendo, a pesar de ser el segundo estado con mayor número de conflictos de este tipo.

En este texto, buscamos presentar un resumen del mapeo de esta violencia, indicando quiénes son los principales provocadores de este tipo de conflicto, los diferentes tipos de uso del fuego como arma contra las comunidades, los principales sujetos que sufrieron esas violencias y cómo todo esto varía regionalmente, en particular en las regiones de la Amazonía, el Cerrado y el Pantanal.

Notas

Ver en este dossiê el caso “Fogo, destruição e violência no PDS Terra Nossa no Pará”: [colocar link e tradução]

Ver también el artículo “Fuego en el Pantanal: es la casa de las comunidades tradicionales pantaneiras la que quema” Disponible para consulta en la página electrónica.

Valor Econômico. 27/08/2022. Investigação descobre preparativos para novo ‘dia do fogo’ em Mato Grosso. Disponible para consulta en la página electrónica.

En el eje de violencias por Tierra, que incluye la violencia contra la ocupación y posesión, tenemos las siguientes violencias: amenaza de desalojo judicial, amenaza de desalojo, contaminación por agrotóxicos, deforestación ilegal, desalojo judicial, destrucción de viviendas, destrucción de pertenencias, destrucción de áreas de sembradíos, omisión/connivencia, acción de pistoleros, invasión, incendios, impedimento de acceso a áreas de uso colectivo, acaparamiento de tierras, violaciones a las condiciones de existencia.

Por capitalistas del campo entendemos el conjunto de clases que viven de la expropiación de la tierra, la explotación de los recursos naturales y la explotación de la fuerza de trabajo para la acumulación de capital. Así, hay terratenientes, acaparadores de tierras, grandes empresas agroindustriales, grandes emprendimientos en el campo, entre otros.

Quilombolas son comunidades de campesinos negros, formadas por descendientes de personas que fueron esclavizadas.

Sobre el manejo de fuego por parte de las comunidades, ver “Conocimientos que vienen de lejos: usos tradicionales del fuego en el Cerrado y en la Amazonia”. Disponible para consulta en la página electrónica.

Cuando hay documentos recibidos que mencionan puntos calientes que afectan a las comunidades, tratamos de confirmar con las organizaciones que los acompañan en el proceso de verificación para saber si realmente se trata de un conflicto. En caso de no haber nuevas informaciones, se inserta el conflicto como la causa indeterminada, esto para evitar duplicidad en el número de conflictos. Se observan varios criterios a la hora de comprobar la información, como saber de dónde procede el incendio, si el documento da otros datos sobre haciendas cercanas, entre otros. En este sentido, hay momentos en que cientos o miles de puntos calientes se registran como un solo conflicto para evitar sobrestimar el número de ocurrencias de conflictos.

Más allá de los satélites: lo que mostraron los datos en 2021

En 2021, hubo 142 conflictos con incendios en Brasil en 132 comunidades[9], afectando a 37 596 familias[10]. Algunas comunidades fueron atacadas más de una vez, demostrando la acción sistemática de terror utilizando el fuego como arma.

El 72% de los 142 conflictos de incendios en 2021 se concentraron en cuatro meses, entre julio y octubre, la mayoría por la propagación de incendios forestales.

Conflictos con fuego por estados de la federación

Los estados de Mato Grosso do Sul (26 ocurrencias), Mato Grosso (22), Bahia (14) y Rondônia (10) respondieron por el 50.7% de todos los conflictos por incendios en 2021.

En Mato Grosso do Sul, además de los incendios que se extendieron e impactaron 13 comunidades del Pantanal entre agosto y septiembre, hubo varios registros de incendios contra los pueblos Guaraní y Kaiowá. En la zona de transición Cerrado-Mata Atlántica, en el municipio de Dourados, están ubicadas las retomadas (territorios originarios robados por grileiros o terratenientes, que los pueblos indígenas retoman y reocupan) de Tekoha Avae’te y Aratikuty. En menos de diez días esas comunidades fueron víctimas, entre finales de agosto y principios de septiembre de 2021, de cuatro casos en los que familias fueron amenazadas con disparos y les quemaron tres casas. Los ataques son parte de la estrategia de los terratenientes de la región para expulsar a los indígenas de sus tierras, utilizando seguridad privada armada, tractores adaptados y equipados para atacar como el llamado “caveirão” (“gran calavera”) e incendios[11].

También contra los guaraníes y kaiowá, los incendios han sido utilizados en el complejo contexto de conflictos y arrendamientos de territorios, con presencia de iglesias neopentecostales, siendo las casas de oración, espacios comunitarios y sagrados como blanco de los ataques[12]. Incluso hubo ataques dirigidos a rezanderas, que fueron acusadas de practicar brujería por esas iglesias neopentecostales. En la Tierra Indígena (TI) Rancho Jacaré, en el municipio de Laguna Carapã, a 58 km de Dourados, se registraron tres incidentes con quema de tres casas de oración el 18 de agosto, el 19 de octubre y el 21 de noviembre. Las retomadas de Avae’te y Takuapiry, en Dourados, y la aldea de Amambai y la retoma de Guapo’y, en el municipio de Amambai, también fueron víctimas de este contexto, y juntas sufrieron la quema de cuatro casas entre septiembre y octubre de 2021.

Solo los guaraníes y los kaiowá sufrieron diez incidentes con incendios a lo largo de 2021. Además de los ya mencionados, la retomada Ita’y Ka’aguyrusu/Ita’y Kagurusu, en Douradina, y la TI Pirakuá, entre Bela Vista y Ponta Porã , también fueron víctimas del uso del fuego como arma directa.

Distribución geográfica y quien causa los conflictos con el uso del fuego

Los conflictos que involucran fuego ocurren en todos los biomas, de acuerdo a la clasificación del IBGE (Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística). Si sumamos los conflictos en el Cerrado y en sus zonas de transición, allí ocurrieron el 54% de todos los conflictos por incendios en Brasil de 2021. En el Cerrado se ubica una importante frente de expansión de la frontera agrícola conocida como “Matopiba”, por abarcar regiones de los estados de Maranhão, Tocantins, Piauí y Bahía, donde avanza la implantación de cultivos y pastizales en territorios de campesinos.

De todos los conflictos que ocurrieron en la Amazonía, Caatinga, Mata Atlántica y Pantanal, el 19% ocurrió en las áreas de transición[13] con el Cerrado, ampliando el potencial conflictivo que se extiende desde allí hacia las regiones ecológicas contiguas.

En cierta medida, esto es similar a los datos generales sobre conflictos en el campo: proyectos de desarrollo, como Amacro y Matopiba, en conjunto concentraron el 19% de los conflictos en 2020 y el 25% de los conflictos en 2021[14]. La Amacro (o Zona de Desenvolvimento Sustentável -Zona de Desarrollo Sostenible- Abuanã-Madeira) corresponde a una porción de los estados de Amazonas, Acre y Rondônia[15] y está ubicada en zonas de transición entre el Cerrado y la Amazonía. La Amacro y el Matopiba juntas representan el 36% de las ocurrencias de conflictos que involucran fuego en 2021. Es decir, los incendios están incluso más concentrados en estas áreas que en todos los conflictos en Brasil, lo que indica que, al igual que la deforestación ilegal, los incendios son violencias con una participación y papel significativos en la expansión de la frontera agrícola.

Analizando los provocadores de esos conflictos por incendios, encontramos que mientras el 57% de los hechos provocados por terratenientes ocurrieron en el Cerrado y sus zonas de transición, el 82% de los conflictos provocados por los madereros ocurrieron en la Amazonía. Por otra parte, los conflictos provocados por empresarios se concentraron en la Mata Atlántica, con el 50% de las ocurrencias.

Hay varios casos cuyos provocadores se desconocen, pues es muy difícil identificar quién inició el incendio y falta investigación al respecto. A pesar de ello, los terratenientes, grileiros y grandes arrendatarios en conjunto son quienes provocan más conflictos provocados por el fuego, sumando un 28% de ellos. En las actividades extractivas en el campo, madereros, grileiros y empresas mineras representan el 10% del total de conflictos. La categoría “empresarios”, que incluye grandes empresas del agronegocio, grandes empresas rurales y de especulación inmobiliaria, concentra el 9% de los conflictos. Como veremos más adelante, los incendios están vinculados al contexto más amplio de invasiones, deforestación ilegal y acaparamiento ilegal de tierras, es decir, actividades vinculadas a la expansión del agronegocio.

 

Quien sufre la violencia por el uso del fuego

Los pueblos indígenas aparecen con el mayor número de ocurrencias de ataques con fuego en los conflictos que suceden en el campo (39%), seguidos de las comunidades quilombolas y tradicionales (21%), lo que demuestra la codicia por las tierras tradicionalmente ocupadas. Les siguen los colonos de la reforma agraria (14%), los posseiros (ocupantes de la tierra que tienen el derecho de posesión, pero sin documentación legal), 11%) y los trabajadores rurales sin tierra (8%).

Entre las comunidades tradicionales documentadas, hay geraizeiras, seringueiras, ribereños, pescadores, de fundo e fecho de pasto[16], así como comunidades tradicionales extractivas.

Se destaca el hecho de que las comunidades de fundo e fecho de pasto, a pesar de encontrarse únicamente en el estado de Bahía, sufrieron el 5% de todos los conflictos con incendios en 2021. Entre ellas están las comunidades Vereda da Felicidade, Cacimba Velha, Cacimbinha, Lagoa do Virgulino, Comandante y Baixão do Jacu, Caboclo dos Mangueiras y Baixão do Egídio, afectadas principalmente en el mes de agosto. En ese contexto, el Fórum de Entidades Populares de Campo Alegre de Lourdes sospechaba la participación de empresas mineras para expulsar a los campesinos de su territorio.

Notas
132 comunidades sufrieron incendios en conflictos rurales en 2021, sin embargo, una comunidad puede sufrir incendios más de una vez a lo largo del año. Por esta razón, el número de conflictos es mayor que el número de comunidades.
Cada familia corresponde a cuatro personas, de acuerdo a la metodología del IBGE.

Cimi, setembro de 2021. Em série de ataques, seguranças privados queimam casas Guarani Kaiowá em Dourados (MS). Disponible para consulta en la página electrónica.

Las casas de oración albergan el chiru, instrumento religioso en forma de cruz o palo, vital para la espiritualidad del pueblo. Está hecho de madera de bálsamo y se transmite de generación en generación.

La categorización de las áreas de transición del Cerrado se realizó según la metodología del Laboratório de Estudos de Movimentos Sociais e Territorialidades (LEMTO) de la Universidad Federal Fluminense (UFF).

CHAGAS, Afonso M. Das (2022). “Violência estrutural dos conflitos agrários no Brasil”. En: Conflitos no Campo Brasil 2021. Centro de Documentação Dom Tomás Balduíno CPT Nacional: Goiânia. Disponible para consulta en la página electrónica. 

Ver más en: Amacro: a nova (velha) fronteira do desmatamento na Amazônia. Disponible para consulta en la página electrónica. Fecha de consulta: 30/09/2022.

Geraizeiras son comunidades campesinas que tienen una fuerte relación con los comunes del Cerrado, conocidos por Gerais. Seringueiras son comunidades en la Amazonía que fueron formadas para la extracción de caucho. Comunidades de fundo e fecho de pasto son comunidades pastoriles tradicionales que viven en las mesetas y valles del Cerrado en el oeste del estado de Bahía.

Tipos de uso del fuego en los conflictos: dos armas capitalistas

El fuego se puede utilizar de dos formas contra los pueblos del campo. La primera de ellas (y que gana más atención en los medios de comunicación) son los incendios forestales[17], que resultan del uso del fuego como arma para consolidar la invasión de territorios. Generalmente son provocados por invasores de forma más distante y anónima, por lo que es muy difícil identificar dónde se originaron las acciones: el 64% de los responsables por los incendios aparecen en la base de datos de la CPT como “indeterminados”. Esto también se debe a la demora en la investigación de los casos.
Debido a que no es un fuego controlado, se extiende especialmente en la estación seca, llegando intencionalmente o no a zonas de comunidades rurales. Su impacto no es menos severo, ya que puede destruir el 60% o más del territorio de una comunidad[18] e incluso provocar sequías que se prolonguen hasta el año siguiente[19].

El nivel de violencia y brutalidad es aún mayor en la segunda forma de violencia, cuando se utiliza el fuego como arma de manera directa y explícita: sin temor a esconderse, los jagunços (gente pagada por terratenientes, grileiros, empresas o grupos privados para provocar destrozos o cometer actos ilícitos) invaden el territorio y queman casas, casas de oración, cultivos y bienes como forma de imponer el miedo y, por tanto, expulsar, contener o silenciar a los pueblos del campo. En este caso, solo el 10% de los casos son de provocadores indeterminados, presentándose también falta de investigación e impunidad.

Tanto los incendios forestales como la quema de elementos comunitarios constituyen armas en la disputa por el control territorial a raíz de la expansión del agronegocio, pero son formas diferentes de lograr este fin. Uno destruye las condiciones de existencia del modo de vida de las comunidades; el otro las ataca directamente e impone el miedo.

A pesar de ser distintos, llama la atención y es clara la asociación de ambos métodos con el contexto de violencia en el campo. Cuando miramos las 132 comunidades en las que hubo conflictos por incendio en 2021, el 27% sufrió destrucción de viviendas, el 27% destrucción de pertenencias y el 24% sufrió invasiones. La participación de los incendios criminales en el ciclo de grilagem es escandalosa, ya que el 26% de estas comunidades sufrieron deforestación ilegal y el 11% de ellas sufrieron acaparamiento de tierras. Esto se acentúa aún más cuando analizamos las áreas de la Amazonía Legal, donde el 44% de las comunidades que sufrieron incendios también sufrieron deforestación ilegal y el 18% de ellas sufrieron acaparamiento de tierras.

Para fines comparativos, de los 102 casos relacionados con el fuego clasificados como incendios forestales en Brasil, solo el 41% están asociados a otros tipos de violencia. De los 40 casos de uso más directo del fuego como arma[20], el 95% está asociado con al menos otra forma de violencia.

Notas
Cabe señalar que los incendios en comunidades rurales causados ​​por rayos o rotura de cables eléctricos, por ejemplo, no se contabilizan como conflictos. Tampoco se incluyen los casos en los que el fuego tradicional utilizado por las comunidades se descontrola y se propaga.

Este fue el caso de T.I. Tadarimana, en Mato Grosso, en 2017, cuando un incendio destruyó el 60% del territorio. Ver: G1 Globo. 20/10/2017. Causas de incêndio que destruiu 60% de terra indígena são investigadas em MT. Disponible para consulta en la página electrónica.

De acuerdo a Daniel Maciel, habitante de la comunidad ribereña de São Francisco, en la región de Paraguai Mirim, en el Pantanal: “El desequilibrio ambiental fue muy grande en la región. Hoy no podemos sembrar nada allí. Aparecieron nuevas plagas, como las ratas. Como las serpientes murieron en el fuego, el número de otros animales aumentó. Nosotros plantamos y ellos destruyen todo (…) Con el fuego vino la sequía y los peces murieron o desaparecieron. Hoy vivimos de la ayuda de amigos, vecinos y ONGs”. Disponible para consulta en la página electrónica.

Entre esas otras formas de violencia, consideramos aquellas en las que el fuego se relaciona con la quema de casas, quema de casas de oración, quema de pertenencias o quema de cultivos.

Gustavo Serafim trabaja como documentalista en el Centro de Documentación Dom Tomás Balduíno de la Comisión Pastoral de la Tierra (CEDOC/CPT) y trabaja en el equipo de la Red Agro é Fogo.

Valéria Santos y Diana Aguiar colaboraron en la interpretación de los datos, especialmente al sugerir cómo agregar datos de la comunidad y tratar las categorías Cerrado, Amazonía y Pantanal.