Minas Gerais

Cerrado

Entre agosto y octubre de 2021, en la municipalidad de Bonito de Minas Gerais, en el norte del estado de Minas Gerais, hubo un gran incendio en el Área de Preservación Ambiental (APA) Estatal Cochá Gibão, que afectó a las comunidades veredeiras (que viven en el Cerrado y sus veredas, de ahí el nombre) de la región y, con más fuerza, las comunidades Japão y Veredinha. Estas comunidades centenarias han ocupado la región durante generaciones, conservando las veredas y los pantanos, recolectando raíces, hierbas y los muchos frutos del Cerrado, en armonía con el medio ambiente.

Las veredas son las partes “bajas” del Cerrado donde fluyen las aguas después de infiltrarse en las partes “altas”. Ubicadas en la cuenca del río São Francisco, las comunidades son otra expresión sociocultural que ilustra la diversidad de esta región. Aún hoy sin tener demarcados sus territorios, las comunidades rurales del norte de Minas Gerais están organizadas en torno a la Asociación Central de las Comunidades Veredeiras del Norte de Minas (ACEVER).

En el norte de Minas Gerais, las 28 comunidades veredeiras están ubicadas en las regiones de los Planaltos Sanfranciscanos, concentradas principalmente en las extensas áreas de mesetas y planicies (conocidas por “gerais”) en la margen izquierda del río São Francisco, donde predominan los suelos arenosos, profundos y, casi siempre, ácidos. Estas comunidades ocupan un territorio muy amplio.

Los territorios veredeiros Berço das Águas/Alegre y Buriti Grosso/São Joaquim están ubicados en la mesoregión norte de Minas Gerais, en el municipio de Januária. El territorio Berço das Águas/Alegre tiene una superficie de 11 657 hectáreas y el territorio de Buriti Grosso/São Joaquim, de 12 706 hectáreas. La distancia aproximada a la cabecera municipal de Januária es de 70 km, mientras que la distancia al casco urbano de Bonito de Minas es de 34 km. Los centros urbanos más cercanos son los pueblos de São Joaquim y Pandeiros, todos en Januária.

Los dos territorios se insertan entre las subcuencas hidrográficas de Río Pardo y Río Pandeiros, ubicadas en la margen izquierda del Río Pardo y en la margen derecha del Río Pandeiros. La mayor parte del territorio se encuentra en la subcuenca del río Pandeiros. Sin embargo, con el paso de los años, a medida que avanzan la deforestación y los incendios (de la mano del agronegocio), los derechos territoriales de estas comunidades quedan relegados a un segundo plano, postergándose hasta la actualidad.

 

El conflicto

La demarcación de los territorios veredeiros es un problema que se prolonga desde hace años. El caso de las comunidades de Poções, en la región de São Joaquim, municipalidad de Januária, es emblemático e ilustra una realidad común a todos los habitantes de la región. Luego de que su territorio fuera ocupado por las empresas de monocultivo Rima/Plantar, y luego de muchas idas y venidas judiciales, en 2015, las comunidades organizaron una “retomada” (acción con la que vuelven a ocupar las tierras que les han sido robadas). Con esa movilización, el Ministerio Público estatal reinició el proceso de negociación sobre la demarcación del territorio dentro del alcance de un Término de Ajuste de Conducta (TAC), que nunca se finalizó.

El proceso de entrada a la ruta de expansión del capital en esta porción del territorio, abrió la región a un gran número de especuladores y empresas que querían tierras para implementar proyectos agrícolas: las mesetas comunes fueron privatizadas para convertirse en plantaciones de eucalipto; se drenaron pantanos y veredas para recibir cultivos de regadío; se talaron bosques para dar paso a pastizales y se cocinó vegetación nativa para abastecer los hornos de siderurgia en la región metalúrgica de Minas Gerais. Pero este movimiento no duró tres décadas. Las mesetas y veredas de los gerais de la región en la margen izquierda del rio São Francisco, con sus suelos arenosos y profundos, no resistieron durante mucho tiempo esa agresión tan intensa. Las veredas se secaron; en las mesetas murieron los eucaliptos e incluso los pastos cultivados no progresaron como se esperaba.

3° Encuentro de las comunidades tradicionales veredeiras. Foto: Cese
Teníamos muchos ríos, muchos lagos. No respetaron las veredas, no respetaron los lagos, entraron deforestando todo.

Toni Cigano

(Habitante de la comunidad Cabeceira de Mandis)

Empujadas por las empresas hacia dentro de las veredas y sin poder utilizar más las áreas de mesetas y bosques que fueron privatizadas, las comunidades pasaron a enfrentar otras amenazas: las agencias ambientales estatales y federales, que comenzaron a crear unidades de conservación que incluían terrenos de empresas, veredas y las pocas mesetas que quedaban en común para la suelta del ganado y la recolección de frutos. El espacio productivo, que ya había sido cercenado por la toma de tierras después de la década de 1970, también pasó a estar cercenado por el mosaico de conservación formado por los parques nacionales y estatales, por las restricciones al uso tradicional de los recursos y por la intensificación de la fiscalización ambiental.

Fue en ese contexto de enfrentamiento a la expropiación de tierras y amenazas de las agencias ambientales, con inspecciones que han criminalizado sus prácticas tradicionales, que surgió el Movimiento de los Veredeiros, que tiene como una de sus expresiones de lucha la recuperación socioambiental de los territorios veredeiros Buriti Grosso/São Joaquim y Berço das Águas/Alegre (en el municipio de Januária), que fueron robados por dos poderosas empresas vinculadas al sector forestal de la siderurgia de Minas Gerais (Rima/Metalur y Plantar), apoyadas por la acción del gobierno del estado a través de la Fundação Rural Mineira (Ruralminas) y el Instituto Estadual de Florestas (Instituto Estatal de Bosques, IEF por sus siglas en portugués).

Así, este proceso conflictivo se ha desarrollado sin una solución satisfactoria para las comunidades. Durante la pandemia de Covid-19, muchas comunidades se vieron afectadas no solo por el virus, sino también por el acoso de los criminales en la región. Cuando la pandemia comenzó a dar señales de una reducción en su intensidad, las comunidades comenzaron a recorrer el territorio y se encontraron con el cercamiento de las áreas que tradicionalmente ocupaban, así como innumerables señales de deforestación para la producción de carbón vegetal para arrabio.

El 4 de abril de 2022, luego de recibir amenazas al denunciar el cerco ilegal de la zona, líderes comunitarios acudieron a la comisaría de Januária para realizar una denuncia policial. La policía se negó a realizar el registro, alegando que los líderes no podían comprobar la acusación, incluso corriendo el riesgo de ser demandados por acusaciones calumniosas. En consecuencia, los líderes optaron por presentar una denuncia de daños ambientales ante la Comisaría de la Policía Ambiental. A los pocos días de realizada la denuncia, los dirigentes acudieron a la Comisaría para obtener una copia del registro de la denuncia. En el documento la información no concordaba con lo informado, ni con las fotos y puntos GPS informados al momento de su elaboración.

El caso de los veredeiros en el norte de Minas Gerais involucra innumerables episodios de violencia, amenazas de muerte, destrucción de viviendas, deforestación ilegal, contaminación y escasez de agua, incendios criminales, demoras y omisiones de las autoridades públicas.

Entre agosto y octubre de 2021, el incendio en Bonito de Minas fue uno de los desastres que asolaron a las comunidades. El fenómeno del fuego es recurrente en la región, siendo utilizado como una forma de manejo agrícola, pero, en muchos casos, los incendios ocurren por motivos delictivos. Aunque los estudios e investigaciones posteriores a los hechos son muy escasos, las comunidades reportan evidencias del uso intencional del fuego como arma de agresión contra las comunidades. Los daños fueron incalculables: además de la fauna y la flora, se vieron afectadas muchas colmenas de productores locales, cultivos y animales. Además, se registraron otras pérdidas como la disminución de la cantidad de agua, de las presas, los frutos y otros recursos ecológicos en el territorio.

 

Veredeiros dan vida al territorio

Los veredeiros desarrollaron un sistema de producción tradicional agroextractivista, con cultivos itinerantes en áreas de pantanos y bosques, recolección y suelta de animales. De uso fluido y móvil, en algunos casos trashumante, en época de lluvias dejan que el ganado se desplace libremente por las mesetas, mientras que en la época seca aprovechan los campos aún húmedos que rodean la vereda. Tradicionalmente, sus casas se ubican cerca de cursos de agua, beneficiándose de un microclima más fresco y húmedo.

Para las comunidades veredeiras, las mesetas son un lugar para vivir, alimentarse, de creación y de cura. Los frutos del Cerrado son fuente de alimento e ingresos para decenas de familias. Las dos especies más importantes para las comunidades veredeiras son el buriti (Mauritia flexuosa) y el baru (Dipteryx alata). El buriti se utiliza para hacer pulpas y jaleas, además de ser parte de la alimentación de las comunidades. Cada palmera solo tiene sus frutos maduros cada dos años, por lo que es importante respetar el ciclo de cada árbol.

Por su parte, el baru es anual, sirviendo no solo su almendra sino también su corteza y madera. Por sus propiedades curativas, su corteza se cocina y se usa contra el reumatismo; de su pulpa hacemos pasteles y harina, y también sirve de alimento para los animales; la almendra, al ser consumida, mantienen el organismo saludable ya que la pequeña semilla controla el colesterol y ayuda a combatir la anemia, eso sin mencionar que también se le considera el mejor “viagra” de la región.

Además de buriti y baru, las familias recolectan pequi, cagaita, mangaba, maracuyá silvestre, coco agrio, macaúba, babasú, panã, jatobá, favela, que son de gran importancia tanto para la renta de las familias como para la preservación del medio ambiente. Las familias cultivan principalmente yuca, arroz, frijol y maíz, producción actualmente más orientada al auto sustento familiar. Además, crían animales pequeños (aves y cerdos) y practican la ganadería de baja intensidad.

La tierra para nosotros es un sentimiento, es un lugar de pertenencia. Sólo existimos por nuestro territorio.
Jaime, presidente de ACEVER

Hay un conocimiento profundo que se construye día a día desde hace muchas décadas con el territorio.

El pueblo veredeiro siempre ha cultivado semillas criollas para la alimentación humana y animal, actividad que se ha transmitido de generación en generación. Los guardianes de las semillas son de gran valor para el mundo por producir alimentos de buena calidad, sin agrotóxicos y sin ningún tipo de fertilización química. Los guardianes también producen semillas de abono verde, como crotralaria, y mucuna verde, gris, abigarrada y plateada, entre otras especies. Tradicionalmente, producen insecticidas naturales para mantener el control de algunos insectos en los cultivos.

Ser veredeiro es reconocer el lugar en el que estamos y valorar lo que tenemos, como el Cerrado y las veredas. También es luchar por lo que tenemos y por el agua que nos falta.

Tamires da Silva (Capoeirão)

La producción de harina tiene una importancia fundamental dentro de las prácticas tradicionales de las comunidades veredeiras. Se lleva a cabo entre los meses de junio y agosto, cuando muchas familias se reúnen para ayudarse mutuamente en el raspado, rallado, prensado y asado. Durante varios días, mujeres, hombres y niños se dedican a esta práctica aprendida de sus mayores. Es un espacio de aprendizaje, interacción y fortalecimiento de los lazos familiares.

La cultura representa el conjunto de comportamientos, costumbres, creencias de un grupo social, es decir, la identidad de este grupo. Así, la cultura popular se manifiesta a través de danzas, cantos, comidas, fiestas típicas, leyendas, etc. Las comunidades producen bordados, artesanías de madera y paja de maíz. Las fibras vegetales, como el bambú, la totora y la vid, se utilizan en la creación de una gran variedad de cestos, coladores, cestas, tamices y otros objetos destinados a los más diversos fines. Se elaboran utensilios domésticos, arreglos, adornos personales y objetos para la agricultura y la ganadería.

Las Fiestas de los Reyes (Ternos de Folias de Reis) de las comunidades veredeiras del norte de Minas mantienen una fuerte tradición religiosa con las familias de la región. Hablamos de una importante fiesta cultural que se realiza en diferentes meses del año y está ligada a las promesas y devoción de cada creyente. Las festividades expresan la movilización comunitaria a partir de promesas a los santos que se dan con donaciones (desde víveres hasta ganado) y la solidaridad entre familias, que es fundamental para que todo suceda.

Centro Alternativo de Agricultura do Norte de Minas Gerais – Rede Cerrado